No entendía por qué tanto revuelo por la aparición de esa joven en el bosque. Cierto es que no estamos acostumbrados a presencias humanas, pero sí que los conocemos, sabemos cómo actúan y sus aspiraciones a destruir y reinar.
Por eso me extrañó tanto cuando el Búho se acercó a mí acelerado y excitado gritando “¡Ha aparecido una joven en el Bosque! ¡Ha aparecido una joven en el Bosque!”
– ¿Cómo es? – le pregunté.
– Supongo que tonta, como todos los humanos, sólo habla de unas magdalenas y de una abuela que está medio muerta en su casa – contestó de mala manera el Búho.
– Los humanos no son tontos, no hables así…
Al cabo de unas horas, tuve la oportunidad de cruzarme con esa joven. Llevaba el pelo recogido en dos trenzas, y una gran capa y capucha roja. No pude evitarlo, así que hablé con ella…
– Tú debes ser la famosa humana de la capucha roja – le pregunté.
– ¡Así es! – contestó la joven de una manera cursi y risueña.
Vi a la muchacha excitada y nerviosa, así que me interesé por su estado. Me explicó que se había encontrado con un atractivo Lobo, y tenía que llegar a casa de su abuela antes que él, como si se tratara de una ridícula y absurda apuesta.
– Pero es un Lobo, no deberías tratar con él – advertí.
– ¡Tonterías! Es muy simpático, y además muy atractivo – dijo ella con cara de boba.
– ¿No te da miedo que te haga daño? – pregunté incrédulo.
– No, creo que si nos conociéramos podríamos llegar a llevarnos bien…
– E incluso a tener algo ¿no? – me aventuré.
– Siempre me han gustado los retos, y yo creo que ese Lobo sólo necesita una mujer que le escuche y le de cariño.
– Estás loca…
– Tengo que volver a casa de mi abuelita, lo siento…
– ¡Suerte! – le deseé, aunque estaba dividido por la mitad, una parte de mí lo dijo sinceramente, otra deseaba que se la comiera por estúpida.
Días después corrió la voz por todo el Bosque, el Lobo había muerto. Supuse enseguida que Caperucita había tenido algo que ver con todo ello.
Tuve la suerte de encontrarme con ella, y me explicó una historia digna de novela negra… algo sobre el Lobo haciéndose pasar por la Abuela, ella haciendo preguntas sobre sus orejas, boca, dientes… y al Lobo intentando comérsela.
– Te lo advertí – le dije de forma sombría ¿Por qué los humanos nunca hacen caso?
– Lo sé – dijo ella con la cabeza gacha – pero pensé que cambiaría por mí.
– Nunca lo hacen, al menos no los Lobos.
– ¡Da igual! Tengo prisa… ¡¡Me caso!!
– ¿Te casas? – no podía creérmelo.
– Sí, un joven y apuesto cazador me salvó la vida, y voy a casarme con él.
– Pero si apenas le conoces – cada vez entendía menos a los humanos…
– Da igual, toda mujer necesita a un hombre fuerte que las proteja y las cuide… – dijo ella más fascinada que aliviada.
– ¿Te quiere? – pregunté yo.
– No lo sé seguro, pero al menos tendré a un hombre a mi lado.
– ¿Aunque no te quiera?
– ¡Me querrá! Qué vas a saber tú, sólo eres una Ardilla…
Y se fue. No volví a verla nunca más, pero diversas aves del Bosque me comentan que la ven llorar cada noche, y suspirar cada mañana, mientras mira al cielo, “Ojalá el Lobo me hubiera comido…”
No interesa.
– No interesa que te digan que estás buena cada cuatro minutos, y que te quiere una vez al mes.
– No interesa que te haga sufrir en vano, simplemente para que “aprendas la lección”.
– No interesa que te haga desesperar a un mensaje o a una señal de vida, cuando esto es provocado simplemente para hacerte sufrir.
– No interesa que quiera verte a las cinco de la mañana, y nunca te lleve el desayuno a la cama.
– No interesa que se comporte como un mármol a tu tacto, y que luego te diga “Te extraño tanto…”
– No interesa que se calle sus emociones, sólo para competir en quién los expresa antes.
– No interesa que te hable de las otras amiguitas que se pelean por su compañía, mientras tú evitas cogerle cada vez más manía.
– No interesa que alimente tus inseguridades, mientras tú callas tus “te quiero” por miedo al rechazo.
– No interesa que te trate como un segundo plato, y te exprese que eres como el postre deseado.
– No interesa que no se muera de ganas de verte, pero sí en que le hagas la comida urgente.
– No interesa que aún sabiendo que tú necesitas más cariño, te diga que eres una pesada, y que acabarás en el asilo.
– No interesa que no se preocupe por lo que a ti te pasa, pero sí en que le tengas planchada la corbata.
– No interesa que te trate bien cuando tú te enfadas, y cuando estás de buenas te trate como le da la gana.
Interesa.
– Interesa que te haga sentir querida, escuchada y respetada.
– Interesa que te diga y exprese sus emociones, miedos y necesidades.
– Interesa que te haga sentir la persona más bella del planeta, aún cuando crees que hay mil que te dan la vuelta.
– Interesa que te diga las ganas que tiene de verte, aunque haga cinco minutos que estabais en frente.
– Interesa que se preocupe por tu vida, y no sólo en dónde acaba tu barriga.
– Interesa que no se deje vencer por los miedos, y los batalle con caricias y besos.
– Interesa que te haga sentir única, cuando crees que podría tener a veinte mejores.
– Interesa que creas que sólo te hace reír, y descubras que también te está haciendo sentir.
– Interesa que aunque tenga mil cosas que hacer, tenga dos segundos para decirte que te quiere ver.
Interesa que te quieran, te respeten y te hagan sentir. Pero también interesa que te quieras a ti mismo, y sepas elegir.
Gracias como siempre por la reflexión.
Para (NO) perder la cabeza por quién (NO) interesa!!! 😉
La piel de gallina. Fantastico relato
Ya decia yo q me sonaba…fui una privilegiada la semana pasada 🙂
Me encanta la frase final, muy buena. Podría ser un lema de vida
Te felicito 🙂
Siempre he tenido muy claro que te elegí hace tiempo. Gracias por tus textos, era excelente, en todos los niveles y aspectos.
Posiblemente la mayor libertad en la vida, es poder elegir si te vas o te quedas al lado de tu pareja porque realmente la amas, no por dependencias, ya sean económicas, emocionales, de poder, de amenazas, etc… La libertad de elegir amar sin más o tener un nuevo comienzo, y de eso sé un poquito.