¡Nuestro primer fin de año juntos en El Hueco Educativo!
Tengo que reconocerlo, es mi día favorito del año, con diferencia.
Es cierto que hay gente que parece haber nacido para estar en contra de “estar bien”, de festejar, de disfrutar… yo no soy uno de ellos. Es más ¡esta noche casi ni duermo de los nervios!
Mucha gente dirá que es un día como cualquier otro, y de hecho yo estoy ahora mismo escribiendo esto desde mi trabajo (¡Ups!). Pero no es cierto. Me embarga la típica sensación de tristeza y alegría, como cuando lees un libro, uno de esos libros que te han tocado el alma, y llegas a la última página ¡Qué ilusión! ¡Lo vas a acabar! Aunque por otro lado también piensas “No volveré a saber más de los personajes, de la historia, del entorno…”. Hasta que, finalmente, cuando ya lo has leído, y has cerrado la tapa, sonríes y piensas: “Cerrado. Puedo empezar otro nuevo”.
Así ocurre con esta noche, pero, además, lo celebras con todos tus seres queridos. La prueba del traje para la noche, preparar la cena con la familia, la peluquería de última hora, los famosos y populares ritos para llamar a la buena suerte en este próspero año… Lo que yo os digo, como un niño.
Así pues, como viene siendo habitual en este día, voy a enviar buenos deseos, y esta vez no quiero que sea el típico “Salud, dinero y amor”, como cantaba un antiguo dinosaurio español. Quiero cosas específicas, cosas que se puedan cuantificar, objetivos claros y precisos.
Me dejaré a mí para el final, ya que creo que hay cosas más importantes que pedir, como puede ser, para el próximo año…
– Más mimos para la naturaleza, que parece ser que nos está advirtiendo, y no estamos haciendo mucho caso…
– Más dinero para medicamentos, y menos para armamento.
– Justicia divina para equiparar a los países pobres, que se matan por comer, con los países ricos, que nos matamos por poder.
– Una nueva oportunidad para Zapatero, pero sólo si viene acompañada de responsabilidad, constancia, inteligencia y sensibilidad.
– Más afecto y cariño para aquellos partidos políticos que se preocupan más por retirar las bodas gays, o el aborto… y menos por el trabajo y la vida digna de nuestros mayores.
– Un abrazo para Rajoy (que creo que por ahí falta algo).
– Leyes más duras para aquellos que cada vez son más duros con los inocentes.
– Un tratamiento efectivo y menos doloroso para el cáncer.
– Un tratamiento a corto plazo, eficaz y constante para el SIDA.
– Que los curas y monjas que realmente viven de acuerdo a las ideas del cristianismo, tomen el poder de la Iglesia.
– Una ducha de humildad para los directores de TeleCinco.
– Una tregua a esos países devastados por las inundaciones y terremotos.
– Coherencia para España.
– Objetividad en los telediarios.
– Positividad en los periódicos.
– Más espacios sin humos.
– Menos humos.
– Una jubilación más digna.
Desgraciadamente, la lista podría ocupar hojas y hojas de extensión, pero, al menos, recojo las ideas que más rápido han llegado a mí, que más han anclado.
En cuanto aquí, a un servidor, un par de cosas no le irían nada mal, como por ejemplo:
– Menos mal carácter.
– Más paciencia con estadística e investigación educativa.
– Comprender que no todos tenemos los mismos objetivos en la vida.
– Comprender que no todos entendemos por igual los conceptos “amor”, “amistad”, etc.
– Aprender a “soltar” (tema del cuál prometo hablar próximamente).
– Filtrar información, no soltar lo primero que me pase por la mente.
– No juzgar.
– Perdonar más.
– Exigirme menos.
Pero no todo va a ser negativo. Haciendo el balance, no ha sido en absoluto un mal año. Cerré una etapa importante en mi vida, a nivel personal; y aunque ahora mismo mi faceta personal está en ||PAUSE||, he empezado una nueva experiencia profesional, totalmente satisfactoria y plena. Y eso, desde luego, me lo he ganado en el 2010.
Pensemos, pues, en todas esas cadenas que llevamos este año arrastrando.
– ¿Te querrá?
– ¿Me perdonará?
– ¿Volveremos a estar juntos?
– ¿Conseguiré ese trabajo?
– ¿Dejaré de fumar algún día?
– ¿Le llamo?
– ¿Hacia dónde va mi vida?
– ¿Tendré algún día una familia?
– ¿Debería revisar mi salud?
– ¿Realmente quiero estar con esta persona?
Dejemos por un momento estas cadenas que no hacen más que anclarnos. Démonos una tregua. Respiremos. Coged aire, y soltadlo.
Se acaba el año.
Se acaba el libro.
¿Qué sentido tiene empezar otro libro que cuenta exactamente la misma historia?
Me gustaría que, cuando hicierais el balance de este año, lo hicieras desde la actitud de “despedida”. Habéis vivido cosas hermosas. Habéis conocido a gente nueva. Habéis perdido a otras. Habéis llorado de risa. Habéis llorado de pena. Habéis vivido. Os habéis sentido muertos. Todo esto es comprensible, y más en un espacio tan transversal como un año.
Pero, aún así, despedid todo ello. Desde el amor, desde el cariño, desde la comprensión. Os han servido, tanto los buenos como los malos, os han hecho ser quien ahora sois. Así que sentíos agradecidos.
Y ahora decidles adiós.
Empezáis un libro nuevo. Muchos de los personajes serán antiguos, otros llevarán poquito, pero también aparecen nuevos personajes ¡Vivamos otras historias! ¿Por qué anclarnos en la comedia? ¿Y en el drama? ¿Y en el musical?
¡Quien sólo ríe, muere necio!
¡Quien sólo llora, muere amargado!
¡Quien sólo canta, muere mudo!
¡Vivamos historias diferentes!
Así pues, desde El Hueco Educativo, os invito a ello. Reflexionad, sentid, valorad, y soltad. Que todas esas cadenas que os pesen, no sean vuestras nunca más. Tenéis la llave en la mano. Hacerlo es ya sólo cosa vuestra.
Y como no, no me despido sin desearos a todos un fantástico fin de año, y una aún mejor entrada.
Que lo disfrutéis, da igual si es con la familia, amigos, pareja… la cuestión es que disfrutéis. Que llaméis al buen rollo, a la unificación, a la alegría…
Y sobre todo, que nadie se me olvide de brindar con algo de oro en la copa, escribir los 3 deseos en un papel y quemarlo, y poner una mochila en la puerta para que el próximo año nos dé al menos un viaje.
Y recordad, estáis a tiempo, se acaba el año, que no os quede nada por decir…
¡¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!!